Entrevista a José Gregorio Martín, alcalde del Municipio Jiménez, Estado Lara
A sus 17 años tuvo su primera cosecha de cilantro. A sus 37 años, su primera siembra como político. José Gregorio Martín –caraqueño de nacimiento pero guaro en su cotidiano– cuenta sobre la tripleta de su trabajo: agricultor, empresario y alcalde de Jiménez
Entre las alcaldías que participan en el proyecto Promoción de la Planificación Participativa del Desarrollo Local desarrollado por el Centro de Estudios Políticos de la Ucab, en alianza con la Unión Europea, se enlista la Alcaldía del municipio Jiménez, en el estado Lara. Su máxima autoridad, José Gregorio Martín –agricultor y empresario– fue proclamado alcalde para el período 2014-2018 tras haber realizado una campaña de 90 días, sin tarjeta de candidato, pero con una propuesta de trabajo que ya era conocida entre sus vecinos.
Martín confiesa que sus conocimientos en la gestión del municipio no son amplios, por lo que continuamente busca apoyarse en las personas más capacitadas para desarrollar desde las Ferias de Tintorero hasta un nuevo sistema de recolección de basura. Su mayor bandera es la inclusión y la unidad: “Mi mensaje es que yo manejo un solo municipio. Si sabemos que el avión se nos va a estrellar y todos nos vamos hacia la cola para que el golpe no sea tan fuerte, es mucho lo que podemos hacer”.
Ha repetido en varias ocasiones que su éxito en la política lo debe a su ignorancia en este campo. ¿A qué se refiere?
Yo soy agricultor, yo no soy político y espero nunca serlo. El concepto de político en Venezuela es tan vago que cuando le comentas a tus amigos que vas a ser político es como si les dijeras que vas a ser “un sin vergüenza”. Yo en el valle de Quíbor trabajo en varios puntos y eso me llevó a conocer muchos sitios y a mi propia gente. Cuando había un problema de un hueco, un herido, me llamaban para que los ayudara y yo lo hacía sin ningún problema; pero nunca lo hice con un fin político. Sigo siendo un ignorante en la política; incluso, me criticaron porque en las primarias caminé por las casas de las familias para conversar; fui puerta tras puerta. Mucha gente me conocía, otros no se acordaban de mí. Yo era una persona de bajo perfil.
¿Y cómo se dio su incursión en la política?
Chávez en una ocasión nos amenazó con expropiar el Valle de Quíbor y a mí no me dio la gana. Él nos pidió 10.000 hectáreas y yo le ofrecí 580 hectáreas. En ese momento se iban a realizar las elecciones primarias y estábamos buscando un candidato para la alcaldía: una persona que pudiera hacer frente, que ayudara a la gente. Pero uno era peor que el otro, habíamos perdido la credibilidad en los políticos de nuestro municipio. Algunas personas de los caseríos, incluso chavistas de corazón, comenzaron a acercarse a mí. Está el caso de una señora, María Antonieta Peña, que tenía una hija que sufría de cáncer terminal y a quien Chávez le dio ayuda para su tratamiento. Ella fue la primera persona que Dios usó para hacerme la propuesta de trabajo. Me dijo: Martín, nosotros queremos que sea nuestro alcalde. Le respondí: María, yo no estoy buscando trabajo. Y ella me contestó: Por eso mismo queremos que sea nuestro alcalde.
Precisamente, resultó electo en un municipio que durante nueve años estuvo bajo la tutela oficialista. ¿Qué considera que vio el electorado en usted como propuesta de cambio?
Mi oferta de gobierno: el que no tiene una yegua no puede ofrecer un potro. La gente me preguntaba qué les iba a dar por votar por mí. Les respondí que no les daría nada porque no tenía nada. Les fui sincero y la gente está ávida de escuchar la verdad. “¿Y después de que gane?”, me preguntaban. Les respondí: después de que gane va a ser peor porque el desastre que voy a conseguir no va a ser fácil de arreglar. Yo veo mi período en la alcaldía como uno de transición, de manera que los que vengan puedan hacer algo notable.
En su proclamación como alcalde, señaló: “Esta es una alcaldía de puertas abiertas (…) Nosotros venimos emprendiendo un trabajo sin exclusión”. ¿Cuáles han sido los cambios de su gestión?
Para acceder a una ayuda, si no pertenecías al Psuv, era imposible conseguir la atención. Ahorita nosotros recibimos a todos sin distinción de colores políticos y eso algunas personas no lo entienden. Yo lo siento, pero yo soy el alcalde del que votó por mí y del que no votó por mí. En el 2014, salimos de 96 personas pero no por colores, sino porque teníamos personal demás en la alcaldía. Y no se trata de “quítate tú para ponerme yo”; queremos ser más competentes. El sueño es que la Alcaldía del municipio Jiménez funcione como una empresa privada de servicio público. Las condiciones que conseguimos estaban dadas para hacer nada y es difícil desconfigurar ese sistema de trabajo establecido. Al entrar, te dabas cuenta de que esa alcaldía era la casa del Psuv.
¿Condiciones como cuáles?
Por ejemplo, ellos agarraban el dinero que era para el consejo local de planificación y lo repartían en pedacitos pequeños como para que eso se perdiera y fueran pequeñas colaboraciones que se daban a los consejos comunales y no se detectara nada. Yo no estoy de acuerdo con eso. Estamos subiendo el monto de estas ayudas de 100.000 bolívares a por lo menos 1.200.000 bolívares para que las obras sean comunitarias de verdad. Estamos yendo a obras que impacten en la comunidad, no obras que impacten en la casa.
En el marco del proyecto Promoción de la Planificación Participativa del Desarrollo Local, el enfoque de su municipio ha sido social. ¿Por qué es prioridad en sus soluciones?
Más que social, pienso que la solución del municipio es entender que tenemos un problema todos. Nosotros como país nos montamos –metafóricamente– en un avión económico, con una economía que se sostuvo por una década con el barril a 100 dólares. Ahorita hacemos presupuestos a 60 dólares el barril aunque está a 40 dólares. Tu sacas a Nico –como le digo por cariño– y se va a estrellar el que venga. Si todos juntos nos vamos hacia la cola del avión, hacemos que el avión se deslice cuando aterrice, cambiamos las turbinas otra vez y volvemos a volar en nombre de Dios. Sabiendo que juntos podemos hacer muchas cosas, se puede salir adelante, pero con estas peleaderas no vamos a ningún lado. Están intentando ahogar a más de 200 alcaldías, de la oposición, del oficialismo y del loco independiente que soy yo, me dicen así.
¿Propone entonces la colaboración como parte de la planificación participativa que promueve el proyecto?
Absolutamente. Yo no me niego a hablar con nadie, cuando vamos a los consejos comunales no me importa saber de qué lado son. Obviamente para ganar las elecciones de un municipio tan chavista como el nuestro, quiere decir que hay chavistas que también votaron por mí. Siempre se lo digo a los amigos de los partidos tradicionales: epa, señores, ellos también votaron por mí.
¿Cómo ha sido la adaptación del proyecto en su gestión como alcalde?
Ha sido muy buena. Hay personas radicales de ambos bandos sentados, con el mismo objetivo: aprender. Eso corrobora que sí hay manera de sentarse. Incluso candidatos de la alcaldía asisten. Queremos involucrar a más personas. Yo no estaba preparado para ser alcalde, la administración pública es inútil, está más diseñada para robar que para trabajar. Si tú llenas la carpeta de requisitos, puedes hacer lo que te da la gana. El problema es cuando quieres trabajar de verdad por todas las vías legales y te colocan trabas. Esta ayuda de la Unión Europea y de la UCAB ha sido esencial.
“Sembrar y cosechar” traduce en lengua indígena la ciudad de Quíbor. ¿Qué significa esta expresión para usted?
Soy agricultor, eso te resume bastante [risas]. Nosotros somos en Quíbor, sin duda alguna, artesanos de sueños y cosechadores de éxitos. Eso es lo que nos define. Si algo me enamora de mi municipio es la calidad de la gente, la creatividad. Hay personas que toman un poco de arcilla y logran obras de arte. Además, el municipio Jiménez es uno de los municipios que le pone mayor sabor a la mesa del venezolano: nuestra mayor siembra son los aliños. En algunas épocas del año, proveemos el 70% de la cebolla a escala nacional. Somos un municipio productivo, pese a toda la crisis.
¿Qué espera llevarse de la conferencia del Diplomado de Gobernabilidad?
Dejar de ser tan ignorante en la política. Aprender siempre más.